martes, 19 de junio de 2012

Arrojado, queriendo; me apresuro y digo, alojo...


Ermitaño arrojo y disculpo.
Recurrencia, despojo.
Hablo de más, y no digo.
Busco un presagio,
reconozco.
En el desencuentro,
miro aquel pájaro,
ya no vuelvo.
Y cada vez que miro,
me alejo.

Y cuando encuentro, el planeta busca… desencontrando.

Presuroso el oleaje inunda,
las sirenas no encantan.
El yo se bifurca,
conmutación de las palabras.

Rebusco diccionarios,
cementerios,
ocasos opuestos.

La dirección es irrisoria,
el silencio: inmutable…

Aves viajan, y vieja es la muerte…
los nidos se colapsan,
asustan.

Arraigado,
mis raíces se espantan;
existe un cosquilleo,
un alcohol de frenesí…
Y reconozco mis entrañas.
Decir algo: digo no!!!

Absurdo…

La complejidad del asunto murmulla.
Miro alrededor y dosifico el goteo…
rodeo de mi propia desaparición.