domingo, 22 de agosto de 2010

Confesión

 
 
 Por el principio dicen:
La no presencia tuya en mi corazón
era la agonía del alma,
la ceguera de los que ven,
el abismo interminable de mi ser
y la presencia de un estar mal,
muy mal;
como si el agua dejara de ser agua
para dejar morir al pez,
como si los padres olvidaran a sus hijos,
olvidando el futuro,
a ellos mismos sin más.
Pero una ráfaga deszozobrante
provocó un fuego inextinguible, cordial;
eras tú.
Y el clamor despertó,
y ahora juntos hacemos al mundo
más lento o más rápido,
como los niños al jugar.
Y cuando hacemos el amor:
Todo deja de avanzar,
es tan sublime la fusión de nuestros cuerpos,
esa expresión de nuestras almas enlazadas
que es tan difícil de describir,
pero tan hermoso de vivir,
que ahora que yaces de frente
debo decir te amo y nada más.

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