miércoles, 4 de agosto de 2010

Que al despuntar la aurora





Que al despuntar la aurora, la piel busque otra piel; así como una pierna busca a la otra.
Que el clamor de las urbes no nos detenga, y seamos como un fulgor de dioses que se agolpan. Y que en el transitar de las nubes, se reconozcan las aves; y  seamos un nido.
Y cuando la noche se imponga: que los cuerpos zozobren, para que esto no se acabe nunca, jamás.

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